17.06.19 EC Un elefante blanco 1

17.06.19 EC Un elefante blanco 2

Que la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica (RDNFO) es vital para la integración digital del Perú es algo sobre lo que pocos tienen dudas, pero siempre es mejor un ejemplo para clarificarlo. Si uno quiere hablar sobre el salto gigantesco que permite esta tecnología haría bien en referirse al colegio nacional David Samanez, ubicado en el distrito de Mollepata, provincia de Anta (Cusco).

En este centro educativo, hoy, mientras usted lee este informe, un grupo de profesores y alumnos son capacitados en inglés y matemáticas a través de cursos online y soportes como las llamadas “pizarras inteligentes”, gracias a un programa piloto que durará seis meses y permitirá a la empresa Gilat Perú – uno de los concesionarios de redes regionales que se acoplarán a la RDNFO– mostrar que puede darse un valioso uso a este ingente flujo de datos en las zonas rurales más alejadas.

El proceso no es simple, aunque es perfectamente posible de llevar a cabo, como comenta a Día1 Arieh Rohrstock, gerente general de Gilat Perú. “Fitel (el Fondo de Inversión en Telecomunicaciones) ha hecho muy bien en promover la Red Dorsal y las redes regionales, para que el Internet de banda ancha llegue a las provincias y distritos más lejanos, pero de nada servirá esta infraestructura sino se desarrollan programas de digitalización para aprovecharla”, acota el ejecutivo.

En efecto, aprovechar los 13.500 kilómetros de la RDNFO es ahora la mayor preocupación de Azteca, compañía que está a cargo de su operación, y de los concesionarios de las redes regionales, que deben conectarse a ella para redistribuirla a pobladores, empresarios e instituciones públicas en  los confines de nuestro país. ¿Y por qué? Porque no es que la red se esté aprovechando, precisamente. “Su infraestructura es subutilizada”, dice Carlos Huamán, director general de DN Consultores. “Es un elefante blanco que estamos pagando todos”, añade Liliana Ruiz, presidenta de Alterna Perú.

Lo cierto es que, al cabo de un año de iniciar actividades, la RDNFO le interesa a todos los operadores de telecomunicaciones aquí (Movistar, Claro, Entel y Bitel, entre otros) pero fructifica acuerdos con pocos. Y es que hay algunas trabas que superar, según Huamán Tomecich. “El principal problema es el monto que deben pagar los operadores por recibir datos a través de la Dorsal: US$23 por ‘megabyte’, un precio que era entendible hace cinco años, cuando esta infra-estructura se diseñó, pero que hoy no es atractivo en lo absoluto”, señala.

De acuerdo al especialista, actualmente el valor del ‘megabyte’ en el mercado es de entre US$10 y US$15, y se calcula por volumen: si el operador tiene más clientes paga menos por cada ‘megabyte’. No es un monto rígido, como en el caso de la RDNFO. En resumen: el costo es alto, y en zonas donde, al principio, pocos usuarios se conectarán. Así quién se anima?“Cambiarlo está en manos de Fitel, con la opinión técnica pero no vinculante de Osiptel”, apunta. 

Vale recordar que –el mes pasado– el gerente de Relaciones Institucionales de Entel Perú, Nino Boggio, ya había adelantado a nuestro suplemento la dificultad que representaba para los operadores el negociar con esos precios por ‘megabyte’. “Estos contratos no incorporan la posibilidad de hacer descuentos por volumen de tráfico de datos”, acotó aquella vez.

 INTEGRACIÓN ATRASADA

Y si a nivel de la troncal hay, de momento, dificultades, es más oscuro el panorama si uno se enfoca en las redes regionales, las ramificaciones de la RDNFO.

De hecho, los precios, entre otros factores que enseguida describiremos, han obligado a las empresas Gilat Perú, Redes Andinas y Telefónica concesionarias de las ocho redes regionales entregadas por el Estado hasta ahora a retrasar el inicio de sus operaciones un año, y sin visos de que esto se pueda acelerar.

“Los problemas comienzan por los precios del ‘megabyte’ y pasan por los vacíos legales para ejecutar la integración de nuestras redes a la Dorsal de Azteca, terminando por la falta de saneamiento de los terrenos involucrados para tender la infraestructura de nuestras ramificaciones regionales”, detalla a Día1 el gerente general de Redes Andinas, Luis Garay.

Nuestro suplemento consultó a Azteca y al Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) sobre las alternativas que se manejan para lidiar con estos déficit, pero hasta el cierre de edición no obtuvo sus declaraciones.

Obviamente, esos factores que afectan el inicio de operaciones de las redes regionales están generando sobrecostos a sus concesionarios. En el caso de Gilat, ya están 30% por encima del presupuesto que habían calculado para implementar sus cuatro concesiones en Ayacucho, Apurímac, Huancavelica y el Cusco. “Lo estamos solventando porque es un riesgo que asumimos cuando ganamos cada concesión, pero estos vicios deben corregirse porque los contratos son los mismos para las próximas 13 licitaciones de redes regionales que el Estado entregará el 2017 y 2018”, recomienda Rohrstock. Menudo problema.

Si para describir el valor de la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica (RDNFO) sirve explicar que involucra a 13.500 kilómetros de red tendida a todo lo largo del territorio nacional, vale la pena apuntar que las redes regionales que se conectarán a ella implicarán a otros 30 mil kilómetros de ramificaciones, entre los nodos de la Dorsal y los distritos del interior más recónditos del país.

Estas redes regionales, como se aprecia en la infografía que complementa nuestro informe, están distribuidas en 21 proyectos, ocho de los cuales ya han sido concesionados por el Estado a las empresas Gilat Perú (4), Redes Andinas (3) y Telefónica (1). Estas, y las compañías que se harán cargo de los 13 proyectos restantes a entregar por el Gobierno entre este año y el próximo, deberán  llevar Internet de banda ancha hasta 1.838 distritos del interior, beneficiando a 3,8 millones de habitantes y 11 mil instituciones públicas, según el Fondo de Inversión en Telecomunicaciones (FITEL).

Por eso, que haya retrasos en la entrega de estas redes es preocupante (cada una debe iniciar operaciones un año después que su concesionario asume la obra), máxime si, como explica Liliana Ruiz, presidenta de Alterna Perú, las razones de estos retrasos corresponden a contratos mal diseñados. “El problema es el modelo de estos convenios, que está basado en esquemas antiguos que hacen aún más compleja la operación”, refiere.

¿Un ejemplo? Dice Ruiz que, mientras que en el mundo de las telecomunicaciones las empresas tienden a universalizar su oferta, haciéndose cargo de la infraestructura, la operación y una extensa variedad de servicios para el usuario final, en el Perú la concesión de la RDNFO y las redes regionales dividen de tal forma la infraestructura que terminan haciendo poco atractivo el negocio: Azteca para la Red Dorsal, un concesionario para las redes de transporte (primera etapa de las redes regionales) y otro concesionario distinto para las redes de acceso (segunda etapa de las redes regionales). Es decir, un arroz con mango que, entre otras razones, explica por qué pocas firmas hayan postulado a las licitaciones.