Debido a que funciona a partir de una base de datos descentralizada que no requiere el registro de datos personales por parte de quiénes participan en ella, la tecnología blockchain fortalece los atributos de transparencia y privacidad necesarios en la provisión de múltiples servicios digitales privados (economía digital) y públicos (gobierno digital).

En el ámbito privado, por ejemplo, una cadena de supermercados no necesitaría más una certificación externa para garantizar la calidad de los productos perecibles que comercializa, porque una plataforma basada en blockchain podrá ofrecer a sus clientes información con la ruta logística seguida por dichos productos.

En el ámbito público, y de una forma quizás más sensible en el contexto actual de Perú, blockchain mejoraría la confianza de la ciudadanía en el sistema político del país porque ofrecería a cada ciudadano la posibilidad de detectar fraudes en procesos electorales, auditar el buen uso de fondos públicos provistos por el Estado a los partidos políticos o identificar acciones de corrupción en compras del Estado.

Sobre estos temas conversamos con Hillmer Reyes, Vicepresidente de Innovación y Tecnología en Globokas Perú, y además uno de los principales evangelizadores de servicios basados en la tecnología blockchain en Perú.

¿De dónde viene blockchain? ¿Cuándo se originó?

Esta tecnología tiene sus inicios en paralelo con el comienzo de internet, que hace poco acaba de cumplir 30 años.

El blockchain empezó con un grupo de personas en California que avizoró un poquito lo que se venía en comercio electrónico. Tradicionalmente, todos estamos acostumbrados, más aún en una economía tan informal como la nuestra, a las transacciones en efectivo, pero en comercio electrónico el intercambio es diferente.

Este grupo de personas se cuestionó: “en el mundo físico, cuando voy a una bodega el bodeguero a quien le entrego un billete o moneda no tiene por qué saber mi nombre, mi teléfono o mi DNI, mientras que en una transacción por internet siempre te preguntan tu DNI, tu número de tarjeta, tu correo electrónico o alguna otra forma de identificación personal”.

Entonces, a inicios de los noventa se imaginaron un sistema donde no era necesario saber quién es la otra persona al momento de realizar una transacción de comercio electrónico, y así nació la idea de blockchain con un concepto de transparencia pero al mismo tiempo privacidad en las transacciones.

¿Cómo funciona exactamente?

La tecnología que hoy conocemos nació en el año 2008 con una publicación de Satoshi Nakamoto (un seudónimo), y la primera transacción de bitcoin ocurrió en el año 2009.

Durante los años noventa hubo muchos intentos de realizar una transacción electrónica que sea anónima. En el mundo digital, cuando yo te envío un correo, fácilmente lo puedo replicar; cuando te envío una foto, puedes hacer mil copias de ella y no me cuesta casi nada. Entonces, ¿cómo podría hacer yo que un billete no pueda ser duplicable para no poder gastar dos veces, y que sea anónimo?

Esto fue lo que consiguió Satoshi Nakamoto con su propuesta en el 2008, con una especie de base datos distribuidas donde todos tienen una copia de la información sin nadie al medio (un intermediario) que maneje la información.

Por ejemplo, si tengo un saldo en una cuenta bancaria, el banco me dice si tengo 10, 20 o 1 mil soles, y cuando realizo una transferencia ese dinero “me lo quita” y lo deposita en el número de cuenta de la otra persona. En el concepto de blockchain, no existe una base datos de banco, acá cada uno de los participantes tiene una copia de la información, un registro contable llamado “ledger” donde registran sus transacciones, mediante un esquema para que todos estén sincronizados y nadie pueda hacer trampa.

Entonces, esta tecnología ofrece seguridad y transparencia. ¿Cómo así blockchain es más seguro que tecnologías precedentes?

Podría sonar contradictorio si decimos que el ímpetu para esta tecnología fue la privacidad y al mismo tiempo la transparencia. Cuando realizo una transacción, todos los participantes en la red saben que esta transacción ocurre (y por tanto existe transparencia) pero no quién la realiza (y por tanto salvaguarda la privacidad).

El componente de transparencia permite que cada transacción sea perfectamente auditable por todos. Eso es un cambio total de paradigma.

A escala global, el blockchain lleva unos años.¿Existen aplicaciones exitosas? ¿qué países han emprendido el uso de esta tecnología de manera masiva? ¿qué puedes contar a escala global?

El primer caso de éxito es la criptomoneda bitcoin, cuyo volumen de transacciones ha crecido sosteniblemente y que incluso ha sido reconocida en Japón como una moneda (en otros países es considerado un activo).

En Perú, lamentablemente todavía no tenemos ninguna definición, lo cual obstruye la atracción de inversiones en este sector, porque si no conocemos las reglas, nadie se va a animar a invertir de manera significativa.

Lo contrario a otros países como Malta, Suiza, Japón y Singapur, que han definido claramente las reglas y donde por tanto existe mucha inversión. Más allá del bitcoin, existen soluciones en el mundo empresarial, como la plataforma para la trazabilidad de alimentos lanzada por IBM en alianza con Walmart y otras grandes cadenas de supermercados, que permite a los consumidores verificar la ruta de cada alimento desde su punto de origen, para asegurarnos de no recibir “gato por liebre”.

Este servicio es provisto hoy por entidades certificadoras para que me digan que este producto viene de tal lugar, es decir, un tercero en quien debo confiar, un sello de garantía, mientras que con esta plataforma uno mismo puede verificar de dónde vino ese producto.

En Sudamérica, ¿algún país ha sido proactivo en blockchain?

Sí. Por ejemplo, la Bolsa de Valores de Chile ha implementado una primera fase para un registro contable que agilice los trámites de las compras de acciones a préstamo. En Argentina y Venezuela, a raíz de las necesidades que hubo por los controles del dólar, se difundió el uso de criptomonedas para retirar dinero del país, transar con otras personas, inclusive para poder comprar bienes de primera necesidad a través de internet.

En Argentina, con Macri se han cambiado las reglas de juego, pero ha quedado una gran infraestructura tecnológica y de talento humano, de modo que muchas empresas están naciendo allí. Asimismo, el gobierno de Argentina de la mano de Binance ha lanzado un programa para emprendedores para fomentar el uso de esta tecnología. En Colombia, también se está desarrollando algo similar.

Otro caso sería en México, donde el gobierno tiene un programa nacional anticorrupción con tecnologías basadas en blockchain. Mientras todo eso ocurre, en Perú no hay mucho.

Las principales características del blockchain son la seguridad y transparencia. En el caso de la política de lucha contra la corrupción,¿cómo esta tecnología puede contribuir?

Blockchain permite la trazabilidad de la transacción en diferentes formas.

Podría ser sobre una red pública accesible a todos los peruanos y el resto del mundo, o una red semipública donde participan gobiernos regionales, ministerios y grupos de ciudadanos. En España, han lanzado una red de nombre Alastria, para que todas las personas y entidades que participan en la red puedan validar cuando, por ejemplo, la Policía lanza un concurso para la compra de uniformes.

Si una persona puso su propuesta tal día y hora, me puedo asegurar que no ha sido modificada en ningún momento, porque la tecnología blokchain garantiza que cuando tú subes un documento a la plataforma, todos se pueden dar cuenta si es que cambiaste un punto de ese documento. Si eres proveedor de telas y tienes un contrato que especifica las características del producto, no puedes modificar ninguna parte del contrato sin que nadie se dé cuenta, porque tu huella digital habrá cambiado.

Todo archivo digital de cualquier tamaño, sea en Word, PDF, fotografía o vídeo, tiene una huella digital de tamaño finito. Si cambio un punto, la huella digital será totalmente distinta, lo que es esencial para el control de la documentación. Esto sirve mucho en juicios donde se recoge evidencia, y no se sabe si alguien la ha manipulado o se pierde. Con la tecnología blockchain no habría una sola copia, sino que dependería de la cantidad de participantes en la red, de modo que la información no se pierde.

¿En una municipalidad o un ministerio se podría aplicar a una transacción de cualquier naturaleza, tamaño o tipo?

Sí. Lo necesario es que existan más participantes en la red para que sea más segura, porque si somos dos participantes, tú o yo lo podemos modificar sin que nadie pueda verificar.

En un esquema de blockchain simple, para poder hacer trampa tienes que controlar a la mayoría más uno. Además, la naturaleza de estas redes es anónima. Es decir, si descargo el software, y lo corro, soy partícipe de la red; si me voy ya no lo soy, pero puede haber otra que persona que se conecte. Entonces, es muy dinámico, y para fines prácticos es difícil decir matemáticamente que puedo controlar a la mitad más uno en un momento determinado.

¿Quiénes promueven blockchain en Perú?

Soy parte de un gran grupo con más de dos mil personas interesadas en blockchain, y organizamos charlas y talleres. Existen otros grupos, como las universidades, que dictan seminarios y talleres, que sin embargo deberían profundizar un poco más, y hacerlo parte del currículo.

¿Las charlas o talleres tienen más un corte tecnológico o de usuario?

Tienden a ser un punto medio, porque para personas que vienen por primera vez vale la pena un repaso sobre cómo funciona esta tecnología, para luego poder conversar sobre temas como criptografía, asimétrica, huella digital, firmas digitales u otros por lo menos a un nivel conceptual, y sobre esta base sobre casos de uso como trazabilidad de alimentos, votación electrónica o sistemas anticorrupción.

Por ejemplo, esta semana tenemos un meetup con Pelle Braendgaard, uno de los arquitectos de uPort, solución de identidad descentralizada que promueve que todas las personas en el mundo tengan un número de identidad sin papel para presentarlo en el aeropuerto o en cualquier otro lugar, como por ejemplo el iris de tu ojo o alguna otro rasgo biométrico, lo cual permite resolver temas concretos muy sensibles como el tráfico de personas, donde “eres nadie” luego de que retienen tus documentos.

¿Qué aspectos debería contemplar una regulación para impulsar la tecnología blockchain?

En el mundo se está promoviendo el modelo sandbox, que define al mercado como una caja donde todos juegan libremente pero con límites bien definidos. La idea es que el legislador entiende que la tecnología avanza muy rápido como para que la legislación pueda estar siempre “al día”, y por tanto simplemente define que los emprendedores puedan implementar soluciones aún no reguladas con un plazo y número de usuarios limitado, de manera que si luego el regulador considera que el producto requiere su intervención, lo puede hacer.

En Latinoamérica, México ha emitido una legislación bajo este esquema.

¿Quién debería ser el regulador de blockchain?

En el Perú, el Congreso determinaría las reglas de juego mediante una ley. Por ejemplo, en México se llama la ley Fintech. Acá no tenemos una ley así, mientras que la ley de bancos o la de dinero electrónico no contemplan los casos de uso posibles con blockchain.

Por ejemplo, cuando te unes a una red de blockchain, no existe necesariamente una entidad de por medio. Entonces, ¿quién es el responsable? ¿cuál es la jurisdicción? Estos temas no están contemplados en nuestras leyes, y por tanto no vemos inversiones en blockchain en el Perú, porque no hemos definido las reglas de juego.

En un artículo que publicaste mencionas sobre el uso de blockchain en procesos electorales los haría más seguros, auditables y transparentes. ¿Te animarías a sugerir que para las elecciones del año 2021 sea una posibilidad realista?

Se podría ensayar a nivel de piloto, tal como sucedió con el voto electrónico, que en su momento enfrentó varios retos, ya que hubo vulneraciones a los sistemas actuales, de manera que podríamos invitar al Jurado Nacional de Elecciones y a la ONPE a realizar un piloto en algún distrito o jurisdicción.

Blockchain puede ser aplicado al sistema electoral y también a todo el sistema político. Por ejemplo, se habla de dar financiamiento a los partidos políticos, y mucha gente está en contra porque no saben lo que se hace con ese dinero, pero podríamos implementar una plataforma donde sepamos en qué están gastando de manera transparente, de manera que todos los ciudadanos lo puedan verificar o auditar sin necesidad de confiar en el informe de un tercero, si asumimos por supuesto que cada partido político paga a sus proveedores con su RUC.

Blockchain es por tanto una herramienta fundamental para nuestro sistema político.

También falta liderazgo en entidades del Estado para ayudarnos a difundir las conferencias y charlas sobre este tema, o para llevarlas al Congreso u otras instancias del gobierno para que conozcan los alcances que esta tecnología para mejorar la transparencia en el Estado.

Como país, nos estamos quedando atrás respecto a los vecinos que nos están ganando la carrera.

¿Qué riesgos podría traer está tecnología para la ciudadanía, el gobierno y las empresas?

Más que riesgos, esta tecnología da mucha más responsabilidad a la persona. Por ejemplo, si yo me olvido la clave de mi cuenta para realizar transacciones bancarias por Internet, puedo ir al banco para que me ayude a poder ingresar nuevamente. En blockchain, por lo menos en el formato público, esto es más difícil, porque cada uno tiene control de su clave y nadie lo tiene, por ser precisamente un sistema descentralizado, de manera que si pierdo la clave, el riesgo es que pueda perder el dinero almacenado en una criptomoneda.

Mucha gente ha perdido mucho dinero porque se olvidó la clave o lo tenía en la computadora que vendió o desechó. Sin embargo, estos son temas de usabilidad que la comunidad blockchain está trabajando fuertemente, porque son necesarios para una adopción masiva de esta tecnología.

Mencionas que nos estamos quedando atrás, y la misma frase la usó el Presidente de la República en la sesión del grupo de trabajo del Estado vinculado a la Agenda Digital hacia el Bicentenario. En ese sentido, ¿qué rol puede cumplir el Estado central para promover el uso de blockchain?

Tenemos programas como Start-up Perú que promueven el emprendimiento y la tecnología en el Perú. Sin embargo, no he visto que ninguno de los líderes en estas entidades conozca esta tecnología, como para promover que existan más start-ups de blockchain, lo cual significa traer a especialistas extranjeros para conferencias de divulgación, por ejemplo.

Falta liderazgo, de repente por falta de conocimiento.

¿Existe financiamiento disponible?

Sí existe, e incluso existen entidades en el exterior que financian programas del gobierno. Por ejemplo, el BID está organizando una conferencia sobre identidad digital donde blockchain es una de sus propuestas. Sin embargo, en los ministerios o gobiernos regionales nadie promueve esta tecnología.

¿Investigación, vínculo con la academia o las universidades?

En las universidades vemos esfuerzos como, por ejemplo, la Universidad de San Marcos con su programa de IoT, u otras como la Universidad de Piura o la Universidad del Pacífico, que han dictado seminarios sobre esta tecnología. Sin embargo, no encontramos nada que se asemeje a los esfuerzos de otros países, de manera que sí avanzamos, pero otros lo hacen más rápido.

¿Sientes que esta tecnología es suficientemente conocida? ¿Crees que sería necesario comunicar esto, aparte de financiar e investigar?

Sí, falta comunicar. Pero, creo que tenemos que hacerlo con soluciones que las personas puedan probar, de modo que aún no estamos listos para una comunicación masiva, pero sí para ampliar el conocimiento del tema en círculos con capacidad de implementar soluciones basadas en esta tecnología.