A primera vista uno diría que ambas empresas no tienen absolutamente nada en común, ya que estamos hablando, en principio, de uno de los más grandes conglomerados industriales del mundo, con ingresos de miles de millones de dólares, y por otro lado, una organización deportiva que si bien ha obtenido un logro importantísimo al clasificar al Mundial de fútbol, ha estado muy venida a menos en las últimas décadas. 

Sin embargo, salvando las diferencias, ambas se embarcaron en un proceso de cambio: un proceso de transformación digital. 

La digitalización

El concepto de digitalización puede ser algo confuso en nuestra sociedad. Muchos lo asocian con el convertir un flujo de información en formato analógico (en donde la información se representa por valores continuos) a un formato digital (en donde la información se representa sólo por dos valores, 0 y 1).

Por ejemplo, se dice que digitalizamos un documento cuando lo escaneamos para usarlo en formato electrónico en una computadora. Siendo una definición correcta, no es la que nos interesa.

En la actualidad, usamos el término “digitalización” cada vez más para referirnos a la forma como las tecnologías digitales vienen transformando a la sociedad contemporánea.

De manera que debemos entender la digitalización como un proceso de cambio progresivo en la manera como las personas nos interrelacionamos, es decir, es un proceso de cambio económico, social y político.

Las Tecnologías Digitales han evolucionado aceleradamente desde los años cincuenta desde la aparición de la primera computadora digital comercial (la UNIVAC I) y principalmente con la expansión del Internet. 

Hoy en día, la confluencia de varias tecnologías (Inteligencia Artificial, Big Data, computación en la nube, Internet de las Cosas, fabricación aditiva, autos autónomos, robots y drones, Social Media, comunicaciones 5G, Blockchain, entre otras) nos conduce a un punto de inflexión en donde aún no se tiene claro el impacto de éstas sobre nuestras sociedades.

GE, la nueva industria digital

Fue en el año 2001 que Jeff Immelt asume la conducción de la General Electric (GE) e inicia el proceso que transformó radicalmente a este gran conglomerado industrial.[1]

Uno de los aspectos que GE notó claramente es que la ventaja competitiva en la manufactura se estaba desplazando hacia la utilización de sensores embebidos en las máquinas, los cuales producían datos que eran colectados y analizados produciendo información valiosa para la empresa y sus clientes. De esta forma GE se enfoca en crear “smart, connected products” (por ejemplo, una turbina de viento en la que un problema técnico puede ser corregido antes que ocurra).

Para procesar la información de los múltiples productos conectados GE necesitaba un sistema apropiado, es por ello que decide crear PREDIX, una plataforma de aplicaciones para el nuevo internet industrial en donde clientes y asociados pueden desarrollar las soluciones para este nuevo entorno con diversos tipos de tecnologías.

Naturalmente, esta nueva orientación obliga a desarrollar nuevas capacidades tecnológicas entre ellas las de desarrollo de software. Por ello, crean un gran centro de desarrollo en California y duplican la inversión en I&D además de incursionar decididamente en la Manufactura Aditiva.

Es claro que este nuevo enfoque requiere a su vez una transformación de la organización, por lo que se hicieron varios cambios, como enfocar su portafolio hacia productos de alta tecnología o basados en manufactura, crear la empresa GE Digital para su plataforma de productos digitales, expandir su presencia global dando más poder de decisión a sus organizaciones regionales y locales, y adicional a ello, dar un nuevo impulso a la organización haciéndola más ágil y descentralizada.

Si bien GE enfrenta en estos momentos problemas financieros, se reconoce ampliamente el aporte de Immelt, quien dejó el cargo en el 2017, al transformar a GE desde un conglomerado industrial propio del siglo XX a un nuevo modelo industrial digital, al que llamaron la startup de 125 años.

Como dice el propio Immelt, fue necesario un periodo de recableado cerebral para llegar al entendimiento que el mundo está cambiando y que la supervivencia de la compañía dependerá de anticipar este cambio y estar a la vanguardia respecto a aquellos que sólo reaccionan al mismo.

La tecnología y la Selección Peruana de fútbol

Viendo los partidos de la selección peruana en nuestros televisores o en el estadio, hemos sido capaces de advertir un cambio positivo en el desempeño tanto individual como colectivo del equipo, llegando a obtener el resultado de la clasificación al mundial de fútbol que nos fue esquivo por 36 años. El resultado, no ha sido fruto de la casualidad o la inspiración, sino del trabajo profesional y dedicado que implementó nuevas técnicas (digitales) a los procesos de trabajo de la selección.

Bajo un proceso progresivo[2], se implementaron acciones como: observar los partidos de casi todas las ligas del mundo, evaluar jugadores locales con cámaras y análisis de los datos de juego, crear una base de datos con la información de desempeño futbolístico de los jugadores basado en variables de juego seleccionadas, evaluar al equipo por rendimiento o por posición con sistemas de tracking, realizar análisis estadísticos de los jugadores tanto propios como rivales, entre otras, que soportaron largamente las decisiones del comando técnico, las cuales pasaron de ser intuitivas a estar sustentadas por información.

Todo esto implicó un cambio en los procesos de trabajo de la selección que a su vez requirió un cambio de mentalidad de los directivos y la contratación de personal con nuevas habilidades (la analítica de datos) en un proceso de transformación y adaptación, considerando que estas herramientas son utilizadas también por las demás selecciones competidoras.

Si bien este proceso no fue necesariamente planificado y no podemos decir que la clasificación al mundial se debió exclusivamente a estas herramientas, si se puede afirmar que fue un cambio en la forma de trabajo de la selección lo que elevó la competitividad del equipo, y en consecuencia sus probabilidades de lograr resultados exitosos.

La transformación digital

En ambos casos vemos como dos entidades con alcances, estructuras, negocios y motivaciones completamente diferentes se adaptan a un nuevo ambiente competitivo donde la utilización de las tecnologías digitales marca claramente la diferencia.

El proceso de cambio denominado transformación digital, sin embargo, va más allá de la tecnología e implica un claro liderazgo y una transformación de la propia organización.

El cambio parte de ser conscientes del impacto de la tecnología en sus sectores o afines, y cómo éste afectará sus modelos de negocio. Por tanto, la adecuación al entorno implicará necesariamente revisar, y probablemente redefinir los productos y servicios, la interacción con los clientes, la estructura organizacional, los procesos, las relaciones internas, la asignación de recursos y en general la cultura de la organización.

Para una empresa, tal como la GE, este cambio define su futuro y su posición en el mercado, mientras que para las organizaciones en general incrementa las posibilidades de obtener los resultados que sus principales grupos de interesados esperan.

Y si hablamos de un país, el tema es bastante más complicado. En principio, requiere establecer una visión y definir el conjunto de políticas públicas que le permitan afrontar como tal el proceso creciente de digitalización, por ejemplo, en sus sistemas educativos. Por otro lado, los estados deben encaminarse hacia su propio proceso de transformación digital, por ejemplo, para ser capaces de entregar mejores servicios públicos alineados a las expectativas de una nueva clase de ciudadano, el ciudadano digital.

Conclusión

Por tanto, la digitalización es un proceso económico, social y político que no se puede parar. Tendrá múltiples detractores e incluso negadores, pero sus consecuencias ya las estamos viviendo en nuestro día a día e inexorablemente tendrá impacto en nuestra competitividad, empleo y en general, en nuestro desarrollo.

Las empresas, de todo tamaño y naturaleza, deberán establecer una estrategia de cómo afrontarla y en la medida de su impacto, accionar adecuadamente. No hacerlo, puede poner en riesgo su propia presencia en los mercados.

Como país, en el Perú no podemos estar ajenos (como actualmente estamos) a este proceso y urge TOMAR ACCIÓN. Debemos definir la visión y las políticas digitales, construir la institucionalidad que sea capaz de implementarlas y darle mucho mayor impulso al proceso de transformación digital del Estado.

 

[1] inside GE’s transformation, Harvard Business Review, september–october 2017

[2] El Camino a Rusia, Umberto Jara, Editorial Planeta, 2018